La Universidad de Entre Ríos, una vergüenza

Hay quienes dicen (principalmente ambientalistas) que no deberíamos tener minas, otros que no debería haber mega mineras ni mineras privadas (principalmente la gente de ultra-izquierda) y mucho menos si son de capitales internacionales, hemos otros que creemos que sí debe haber minas y mineras, grandes y pequeñas, nacionales y extranjeras, como en cualquier sector, pero con importantes regulaciones, propias de la complejidad del sector y la in-sustentabilidad a largo plazo, intrínseca a su naturaleza no renovable, con el objeto de proteger el ambiente, la seguridad laboral, el derecho de los argentinos a gozar de esos beneficios (vía impuestos por ejemplo).
Sin entrar en esta discusión, en principio ideológica, es importante decir que bajo ninguno de estos conceptos, es licito contaminar el medio ambiente, explotar a los trabajadores, y saltearse la presión tributaria, todo de la manera mas impune y con la mirada cómplice de un ejecutivo nacional que veto la ley de presupuestos mínimos o “ley de glaciares” aprobada por unanimidad en el Congreso de la Nación. Pero aquí nada nos sorprende, o por lo menos no a mi.
Lo que me llamo poderosamente la atención es el intento de legitimación del saqueo y destrucción de nuestro país, por el cual las mineras contamínate cielo abierto se comprometieron a donar plata a las universidades públicas. A Las universidades publicas!!!
A partir de aquí, la vergüenza! La UNER, acepta esta coima a cielo abierto que proponen los inescrupulosos, no por explotar una mina, sino por como lo hacen, destruyendo sin ningún tipo de responsabilidad el medio ambiente y la vida de los argentinos que habitan esos lugares.
¿Como podemos los estudiantes entrerrianos tolerar este desprecio hacia lo que es nuestro?! Este desprecio flagrante a la educación! Si es cierto que la “La universidad debe tener como objetivo formar hombres y mujeres al servicio de la Nación y no tecnócratas encasillados en sus profesiones”, como podemos mirar para otro lado, cuando el financiamiento que aceptamos para nuestras instituciones es contrario a nuestros principios, y a la ética publica, no basada en principios ideológicos, sino en acuerdos entre aquellos que intentan legitimar el veto a una ley sin ningún otro argumento que el de los beneficios personales avasallando los derechos del resto de los argentinos.
Por el contrario, la universidad tiene que seguir apostando al desarrollo y profundización de todas las cualidades humanas, sociales y espirituales de las personas, entre las que la claudicación, la tibieza y la entrega de la ética no se encuentran contempladas. Teniendo en cuenta además la responsabilidad que recae en aquellos que tenemos la posibilidad y fuerza de estudiar, que no podemos, bajo ningún concepto, dejar librado al azar la responsabilidad de conducir y construir una sociedad mas justa, libre y decente.
Pero ¿Cómo podemos aspirar a semejantes cosas, cuando nos dejamos convencer por los mentirosos que nos aseguran que el fin justifica los medios? Y que nos llevan, como en este caso, a aceptar los fondos con los que se quiere más que financiar una buena educación, comprar y quebrantar nuestro espíritu, que como buenos universitarios argentinos debería ser reformista.
La realidad financiera de las universidades en nuestro país es delicadísima y muy cuestionable, pero es lógica si tenemos en cuenta el lugar que tiene la educación publica en general para este gobierno nacional. Un lugar muy, pero muy alejado del podio de prioridades.